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El Invitado de Hoy es Santi Pla, un barcelonés en Berlín. ¿Qué nos cuenta Santi sobre el martes 14 de abril? Y no es una pregunta retórica.

Texto abajo: Santi P.

Texto arriba: Anna.



Martes 14 de abril

Hoy han pasado muchas cosas, y solamente son las 18 de la tarde, y sin salir de casa.

Me he despertado (tarde, pero a una hora decente) y la araña ya no estaba en el techo. Se ha ido a descubrir mundo.

Santi P. me ha mandado su escrito, ¿cómo? ¿tan pronto? pero si ¡el día acaba de empezar! He tomado café mientras leía las noticias. He colgado la nueva entrada del diario.

Mi sobrina me ha mandado un correo electrónico, me decía que ya tiene correo. Qué ilusión me ha hecho, ahora me puedo conectar directamente con ella, sin intermediarios. Qué ganas de abrazarla.

He recibido mensaje de Elsa, por un grupo de whatsapp: nos ha invitado a su fiesta de cumpleaños online, mañana es su cumple y nos convoca a todos. Así que para mañana tengo plan social.

También me ha escrito Clo, que Laura hacía yoga por Instagram, en directo. Me pillaba muy justo, así que mejor otro día, pero no estaría mal probar.

Después Marc me ha hecho una de sus peticiones frikis (qué curioso, el corrector no me corrige la palabra friki): que si puedo hacer un vídeo con baile tonto y mandárselo. Por supuesto.

He hecho unos bailes viendo un vídeo de Jane Fonda y se lo he mandado. Con cinta en el pelo y calentadores en los tobillos. Las cosas se tienen que hacer bien.

Seguidamente, aprovechando el look que llevaba, he hecho yoga.

Más tarde, ya tarde para la hora de comer, he pensado que estaría bien comer algo. Y ahora viene la anécdota del día. He decidido calentarme las sobras de la comida de ayer, verduras con tofu y curri. Para acompañar hoy quería cambiar y en lugar de arroz, hervir unos fideos de estos chinos, o tailandeses, o no sé, asiáticos del Lidl. Los he puesto a hervir. Se hierven muy rápido, 3 minutos y listo. Estaba intentando cerrar bien el paquete – llevaba un año mal cerrado – cuando he visto que los fideos (los secos, los que han quedado en el paquete) tenían unos agujeritos. Sin duda, la experiencia me decía que esos agujeritos los han hecho unos bichos. He tirado a la basura el paquete y los fideos que había hervido. Me he acordado de que tenía otro paquete. He pensado “voy a ver cómo está, o lo puedo aprovechar o tendrá agujeritos de bichito”, pues no, agujeritos no tenía, lo que tenía era bichos. El fondo del paquete estaba lleno de bichitos pequeños. Aquí estabais mamonazos, ya sabía yo que esto no era normal y que os encontraría en algún sitio. Eran los bichos de la madera, que parece que no eran de la madera, sino de los fideos. Qué alegría y qué asco a la vez. Por fin había descubierto el origen de la plaga. Los he metido la bolsa en una bolsa y la he bajado a tirar al contenedor del patio. He deshecho el nudo de la bolsa de plástico antes de echarla al contenedor, para que los bichos tuvieran una mínima oportunidad de escapar de ahí. Vas a ver cuando baje el siguiente vecino y abra la tapa de ese contenedor. Igual le ataca una panda de bichos de fideos.

Ahora ya solo queda una plaga por eliminar.

Acabo de llamar al dentista, me han dado hora para de aquí a dos semanas. Tengo que terminar el tratamiento que dejé a medias. También acabo de pagar una factura (del dentista también) . Satisfecha por haber llamado y pagado y acabado con este tema que me tenía agobiada, me he hecho un zumo. Todo esto con la playlist que ha hecho Cica para el diario de la cuarentena de fondo. Mola mucho esta playlist. Si cierro los ojos y hago un esfuerzo, parece que estoy en el Primavera Sound. ¡JA!

Me voy a grabar música.




Martes 14 de abril, por Santiago Pla Bilbao:



10:01

Toda la pasada semana, de lunes a domingo y sin excepción, he estado despertando entre las nueve y doce y las nueve y diecisiete de la mañana y hoy, justamente hoy que tengo un propósito acerca del cual ayer estuve meditando, participar de este diario colectivo, despierto a las diez cero uno. Esa novedad (atendiendo a lo sucedido esta última semana), no solo me obliga a tomar el primero de los tres cafés que como todos los días me propongo dejar en dos (siempre acaban siendo tres) y me van a poner como una moto, una hora más tarde de lo que viene siendo habitual, sino que ha dinamitado el principio de este día de diario que se iba gestando desde ayer en mis entrañas. Pensaba empezar esto que escribo diciendo que otra vez o que un día más o que de nuevo había amanecido (sin despertador, es importante señalar este dato porque con despertador habría premeditación y sería tontería notarlo como algo digno de destacar en un diario), había amanecido, iba diciendo, entre las nueve y doce y las nueve y diecisiete de la mañana (señalo de la mañana porque también podría ser de la noche lo cual posiblemente haría del día de diario un día muy corto y de mi vida una mierda o una fiesta o una locura o cualquier cosa menos una vida ordenada), pero justamente hoy, hoy que tenía una tarea digna de mención que desempeñar, hoy que tenía que escribir sobre lo que me pasara hoy, hoy, justamente hoy, no he despertado entre las nueve y doce y las nueve y diecisiete como viene siendo habitual de un tiempo, concretamente una semana, la última, a esta parte. Hoy va y despierto a las diez cero uno, ¿no te jode?

Y no pasaría nada por despertar a las diez cero uno salvo porque en lugar de empezar el relato de este día diciendo que otra vez o que un día más o que de nuevo he despertado entre las nueve y doce y las nueve y diecisiete y seguir así el hilo de los pensamientos que se iban perfilando como lo que tendría que escribir hoy de lo que me pasara hoy mismo desde ayer, tengo que empezar diciendo que no he podido empezar diciendo que he despertado entre las nueve y doce y las nueve y diecisiete porque he despertado a las diez cero uno, lo cual en cierto modo desestructura toda la jornada que seguramente y sin que yo lo supiera estaba planificada en algún recóndito lugar de la maquinaria lógica de mi cerebro. Así pues y como soy hombre de principios, no siendo éste adecuado a los fines que me he fijado, pongo punto final a mi día de diario. Porque hoy he despertado a una hora que no debía, a las diez cero uno y no entre las nueve y doce y las nueve y diecisiete, como de lunes a domingo y sin excepción, toda la semana pasada.

Santiago Pla Bilbao


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