Hoy termina el diario de cuarentena, así que para celebrarlo, no tenemos una invitada, sino dos invitadas. La Primera Invitada de Hoy es Pepa Ratsch Santa Isabel, tiene 12 años y con un cómic ha relatado toda su cuarentena.
La Segunda Invitada de Hoy es Anna Caballero de Yzaguirre, o sea, Ani. Ani escribió ya en los primeros días del diario y hoy vuelve a escribir porque es más que una invitada, pues ella fue quién tuvo la idea de que en el diario de cuarentena, además de una servidora, escribiera más gente. (También me ha ayudado a buscar a gente y a abrir el blog). A ella le tenéis que dar las gracias por la idea, a mi me las dais por el currazo que me he pegado buscando a gente y publicando. Y yo le doy las gracias a toda la gente que a colaborado y a toda la gente que ha seguido el diario. Gracias por la compañía.
Eso es todo, amigos.
Cómic: Pepa
Texto del medio: Ani
Texto arriba: Anna
Jueves 4 de junio
Dijous 4 de juny, per Anna Taulés:
(traducción abajo)
La mama m‘ha dit que no m’acosti «a qui sigui el meu emoji». Li he fet una broma dient-li que el seu emoji té corona perque se li havia colat un amb mocs entre tots els que feien petons i, com que no sap que es un emoji, m’ha dit que no m’hi acosti.
Ja li he enviat un missatge a l’Ani per dir-li que vagi preparant el seu diari d’avui. Quan m’ha contestat, preguntant-me si havia d’escriure el diari d’avui i enviar-m’ho, m’ha estranyat que m’ho preguntés, perquè ella m’ha ajudat a buscar a gent i sap perfectament com funciona. Però, en realitat, el que m’estranyaria més de l’Ani seria que no m’estranyés la seva resposa.
Avui he anat a classe i després a treballar. A classe érem una mica més de gent que l’altra vegada; però, vamos, quatre gats.
A la feina ens acaben de dir que d’aquí a un parell de setmanes s’acaben les mesures de seguretat i tornarem a treballar amb normalitat. Ja veurem.
Em pregunto quan tornarà a ser tot com era abans, si tot torna a ser com abans. Ben pensat, mai res es com abans.
Quin dia tan llarg. Al matí a classe, al migdia a la feina, després a casa a acabar una cosa per l’escola, penjar el diari, sopar i després fer una birra amb el Jo. No el veia des d’abans de la pandemia. A les onze ens han fet fora perquè die Polizei, les mesures de seguretat, etc. i ens hem assegut a la porta d’una botiga tancada, però que tenia una mica de toldo. Allà hem acabat la cervesa, per sort ja no plovia.
Al tornar a casa, el primer tram del recorregut estava completament buit, fosc, tot tancat i només he vist a un parell de individuus, feia una mica de yuyu. Més endavant ja hi havia alguna cosa oberta, algun Döner i algun Späti. I alguna noia entre nois. Sempre em tranquilitza veure a noies. Encara que vagi amb bici tinc por.
Ara escric el diari al sofà de sempre i em menjo el que queda del pastís que va portar ahir al Beni i que fins a última hora no es va enrecordar que l’havia portat.
Demà potser vagi a Kreuzberg quan sorti de la feina, potser podria quedar amb la Tita i de pas, passar pel mercadillo turc i comprar tomàquets a be de preu. Aquest cap de setmana em sembla que faré gazpacho. L’estiu ja es aquí.
FIN.
Jueves 4 de junio, por Anna Taulés:
Mi madre me ha dicho que no me acerque «a quien sea mi emoji». Le he gastado una broma diciendole que su emoji tiene corona porque se le había colado uno con mocos entre todos los que daban besos y, como no sabe lo que es un emoji, me ha dicho que no me acerque al emoji.
Ya le he enviado un mensaje a Ani para decirle que vaya preparando su diario de hoy. Cuando me ha contestado, preguntándome si tenía que escribir el diario de hoy y enviármelo, me ha extrañado que me lo preguntase, porque ella me ha ayudado a buscar a gente y sabe perfectamente cómo funciona. Pero, en realidad lo que me extrañaría de Ani sería que no me extrañase su respuesta.
Hoy he ido a clase después de trabajar. En clase éramos un poco más de gente que la otra vez; pero, vamos, cuatro gatos.
En el trabajo nos acaban de decir que de aquí a un par de semanas se acaban las medidas de seguridad y volveremos a trabajar con normalidad. Ya veremos.
Me pregunto cuándo volverá a ser todo como era antes, si todo vuelve a ser como antes. Bien pensado, nunca nada es como antes.
Qué día tan largo. Por la mañana a clase, al mediodía al trabajo, después a casa a acabar una cosa para la escuela, colgar el diario, cenar y después tomar una cerveza con Jo. No lo veía desde antes de la pandemia. A las once nos han echado porque die Polizei, las medidas de seguridad, etc. y nos hemos sentado en la puerta de una tienda cerrada, pero que tenía un poco de toldo. Allí nos hemos acabado la cerveza, por suerte ya no llovía.
Al volver a casa, la primera parte del recorrido estaba completamente vacío, oscuro, todo cerrado y solamente he visto a un par de individuos, daba un poco de yuyu. Más adelante ya había alguna cosa abierta, algún Döner y algún Späti. Y alguna chica entre chicos. Siempre me tranquiliza ver chicas. Aunque vaya en bicicleta tengo miedo.
A escribo el diario en el sofá de siempre y me como lo que queda del pastel que trajo ayer Beni y que hasta el último momento no se acordó de que lo había traído.
Mañana quizá vaya a Kreuzberg cuando salga del trabajo, quizá podría queda con Maria del Mar y de paso, pasar por el mercadillo turco y comprar tomates a buen precio. Este fin de semana me parece que haré gazpacho. El verano ya está aquí.
FIN.
Jueves 4 de junio, por Ani:
Jueves 04/06/2020
Siempre me he dado cuenta del valor que tienen las cosas. Me gustan las situaciones especiales pero también me gusta mi día a día, las pequeñas cosas. O más bien me reconforta. En estos meses he descubierto cómo volver a sentirme así; lo consigo viendo cierta serie de dibujos animados, me centro en explorar la cotidianidad de los personajes. Entonces me encuentro en paz.
Me despierto a las 8:45 y saludo en el chat del trabajo, para que crean que soy madrugadora y después me echo un rato más. Aunque solo sean diez minutos consigo dormirme como si fueran horas. Es mi gran habilidad, consigo la paz total cuando duermo. A las 8:55 ya tengo que correr al salón, a mi “puesto de trabajo”. Perrito sabe que estoy despierta, viene a la cama. Ahora ya no tengo tiempo de hacerme café de modo que lo haré mientras trabajo. El domingo Perrito estuvo muy enfermo. Acurrucado en el rincón más tranquilo de la casa, me hacía pensar en una paloma que uno se encuentra por la ciudad de tanto en tanto. Inmóvil como esperando a morir, no descansaba, solo esperaba. A veces he visto palomas en ese estado, siempre me dan muchísima pena. Bueno, ha venido a la cama al oírme, eso quiere decir que está mejor. Voy atendiendo emails y llamadas aunque lo que me importa de verdad son las mejoras que voy viendo en Perrito.
Hoy Giorgio se levanta pronto también. Los dos comentamos cómo se encuentra Perrito.
Hace unos días hice una entrevista para un curro que me ilusiona mucho. Es mi primera gran oportunidad. Termina la jornada pero de aquí a un rato tengo una videollamada relacionada con este curro nuevo. Estoy un poco nerviosa aunque de momento solo me explican cómo irá todo así que nada puede ir mal. Aún no he de demostrar nada. Si yo fuera un gato o una paloma no tendría nervios por las oportunidades, pero tampoco tendría oportunidades. Este tipo de pensamientos se alternan con los de certeza absoluta en mí y optimismo.
Por la tarde Giorgio y yo salimos a pasear. Nuestro planazo. Solo hemos dado una vuelta a la manzana y, aunque no nos lo explicamos, nos encontramos en medio de un montón de situaciones sociales. La madre de Giorgio y una amiga de ella por ejemplo. Le piden que se quite la mascarilla y les muestre la cara porque se acaba de cortar el pelo. Cuando lo hace le dicen lo guapo que está. Me imagino a Giorgio de adolescente pasando por algo así con mucha vergüenza.
Ya es de noche. Cocino salsa pesto para Giorgio y para mí guisantes con jamón. Bien pensado esta rutina puede llegar a reconfortarme algún día. Solo pido que sea todo un poco menos raro, a poder ser.
Cuarentena en 8 dibujos, año 2020, por Pepa Ratsch Santa Isabel:
