La Invitada de Hoy es Noa Durán. Desde Barcelona relata su domingo de desconfinamiento. Noa también tiene parentescos en el diario de cuarentena. Dos primas: Grete y Mireya P.
Texto abajo: Noa
Texto arriba: Anna
Domingo 31 de mayo
Por suerte no me despierto tan tarde. Tomamos café en el balcón, aunque el sol no se aguanta mucho rato.
Leo un rato en el balcón.
A media tarde Beni se va y por la noche vuelve. Tengo ganas de ir a un bar a tomar algo, pero no sé si los bares cierran tarde, ni siquiera sé si están abiertos.
Veo unos vídeos viejos de La Cubana. Los vídeos del pasado.
Este fin de semana han hecho una mani en Kreuzberg porque quieren que abran los clubs. Son unos pesados.
Domingo 31 de mayo, por Noa Durán:
Tras más de dos meses y medio de confinamiento, por fin he podido visitar a mis padres. Tenía muchas ganas de verlos, abrazarlos y hablar con ellos sin necesidad de un teléfono u ordenador. Ellos también tenían ganas de que volviese a casa, no porque tuviesen ganas de verme, que también, sino que por fin tenían la ayuda para poder cambiar todos los muebles del salón, cosa que llevaban planeando desde inicios del confinamiento. La mañana comenzó con mis padres vaciando los muebles del salón e invadiendo la terraza de casa con todos los cachivaches que había dentro de los muebles. Por suerte, pude ganar un poco de tiempo con mi desayuno, antes de ponerme manos a la obra, lo cual me vino fantástico, dado que mis padres habían invitado a mi hermano a comer y mover muebles. Ya con la caballería presente, comenzamos a desplazar esas fantásticas cajoneras de Ikea que amenazaban con desmontarse a cada empujón, así como los muebles de madera maciza que pesaban como varios muertos. Tras tres horas de mover muebles, mi madre preparó un arroz con pollo y verduras que sentó de vicio y nos permitió recuperar fuerzas, juntamente con la siesta que nos echamos después de comer. Hacia la tarde, nos volvimos a poner con el traslado y pudimos acabar antes de que anocheciese. Agotados y con unas agujetas causadas por la falta de movimiento estos últimos meses, decidimos dar por terminado el montaje. La pena fue que mis padres decidieron que algunos muebles estaban mejor antes, cosa que averiguaría a la mañana siguiente.
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