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Anna TV

SESENTA Y UNO

El Invitado de Hoy es Daniel Balaguer. Sábado noveno de confinamiento. Saltarse la ley. Desde Barcelona.

Texto abajo: Dani

Texto arriba: Anna

Sábado 16 de mayo

No me despierta el despertador, sino la voz de Clo avisándome de que el despertador suena. Dormimos en el salón de un apartamento en la ciudad donde se celebra la boda. A Fran y a Edu les toca dormir en casa de un matrimonio alemán.

La boda es a las nueve en el ayuntamiento, y bien puntuales nos encontramos ahí todas las personas invitadas a la ceremonia, 12. Sé que somos 12, no porque las haya contado yo. Lo sé porque nos cuenta la funcionaria que tiene que casar a la novia y al novio. 2 de más, nos dice. Así que un amigo del novio y una servidora salimos. Por lo menos he podido ver al novio, a la novia y a toda la gente invitada, con la mascarilla puesta. La ceremonia también la puedo ver, pero desde fuera, a través de las imágenes que va enviando Edu al grupo de Whatsapp hecho a propósito para esto: la familia de la novia no ha podido venir a la boda por las razones obvias, están en Chile y, a parte de que las fronteras de Alemania están cerradas, en Chile la gente también ha quedado en sus casas confinada igual que en España.

No me voy a olvidar en mi vida de que me tuve que ir de una boda por las medidas de seguridad de la epidemia. Aprovecho para tomar un café mientras se casan y converso un poco con el amigo del novio, que está un poco triste porque ha tenido que salir.

Cuando por fin salen, transcurre todo con absoluta normalidad: fotos en la plaza. Como es lógico y de esperar nadie mantiene la distancia reglamentaria, de aquí a un rato iremos al campo y compartiremos mesa y brindaremos, sería absurdo mantenerla.

La fiesta es al aire libre, bebemos, brindamos, comemos, bebemos, brindamos, comemos, y todo bajo un sol de justicia, el justo y merecido para la novia, que se ha tenido que casar sin tener a su familia cerca. Para poder reparar este daño hay una sorpresa preparada, un vídeo de todas aquellas personas que se han quedado con el sabor agridulce de ver a su hija o a su hermana o a su amiga casarse a través de un vídeo (bendita tecnología). Todas las personas que asistimos a la boda vemos el vídeo, el 80% llora. Mis prejuicios se desmontan. Las señoras alemanas no son de hierro, lloran y se emocionan en las bodas. Y los hombres también.

Ya lo decía Miguel Bosé, los chicos también lloran.


Sábado 16 de mayo por Daniel Balaguer:

Sábado, 16 de mayo de 2020.

11:00

… las aulas de un antiguo colegio de monjas pasan a toda velocidad a ambos lados de un interminable pasillo. Van tan rápido que se han convertido en una mancha borrosa de color beige, verde oscuro y marrón. La velocidad las estira hasta que se transforman en un espagueti de luz cada vez más delgadito y súper recto. Luego se abre y es la ventana de mi habitación y pienso que para el diario de Anna podría empezar hablando de sueños recurrentes sobre la infancia y los pequeños traumas que se repetirán cada noche para siempre. Apenas escribo esto, me arrepiento. Debería de replantearlo pero decido dejarlo así, porque al final no le mandaré nada. Me pregunto si dentro de 20 años tendré sueños recurrentes sobre la cuarentena. Decido dormir un poco más.

12:00

A través del prisma de mi realidad la COVID19 es un pajarraco clueco y enorme que con sus plumas y su gran culo caliente, productor de tóxicas feromonas, cubre países y nos adormece. No estoy seguro de si me he acostumbrado o estoy a punto de explotar. Como estoy sudado me ducho. Me tomo un café con leche gigante mientras pongo en el horno una bandeja con patatas, cebolla y la pata de un pollo, que una vez fue un pájaro.

13:30

Hoy es un día especial porque voy a saltarme la ley. En grupo.

15:00

Tengo el ánimo alto y estoy contento porque voy a salir a la calle y voy a socializar, pero se desvanece en cuanto pongo un pie fuera de mi edificio. El ambiente postapocalíptico y lo turbio de mi empresa me provocan un retortijón. He cubierto mis espaldas con un certificado de la Generalitat que dice que voy a trabajar. Y con una mochila, que guarda una bolsa, que lleva una tarjeta de sonido dentro. Las cotorras argentinas se movilizan. Empieza a llover.

15:14

En el vagón de metro de la línea 1 dirección Bellvitge en el que me encuentro hay dos misteriosos señores, una pareja de misteriosos adolescentes, una misteriosa mujer y una definida persona sin mascarilla totalmente sobreexpuesta al mal. Lo celebro manteniendo el equilibro. Por supuesto puertas, paredes y asientos son lava. Por supuesto yo hago surf en los subsuelos de Barcelona.

15:30

Josep, el saxofonista, saca su saxo brillante y complicado y calienta haciendo vibrar el metal, cuyas ondas puedes sentir en el pecho y en el estómago. Mientras estoy en el baño llega Thais y la oigo hablar con Josep. Sentado en la taza del váter siento amor por mis amigos y me emociono al sentirme un animal social de nuevo. Me lavo las manos, nos hay besos

17:00

La conversación es animada hasta tal punto que ya no recuerdo para qué habíamos venido hasta aquí. Fumamos marihuana y nuestros ojos lanzan destellos. Cantamos la Campanera y Cucurrucucú paloma. Thais nos dibuja en una hoja pentagramada (ver foto).

20:20

Llega un momento en que se rompe el encantamiento y volvemos a estar sumidos en una epidemia. Thais se tiene que ir y Josep y yo decidimos comernos un kebab de pollo cada uno. La sensación es agridulce. Hemos prometido futuros playeros y soleados en Castellón y casi deseamos que lo que hemos grabado esté mal para volver a quedar pronto. Todo esto lo dábamos por sentado. Ha dejado de llover, pero ya es de noche.

22:00

Me hubiera gustado usar el trayecto en bici desde Rocafort hasta Arc de Triomf para meditar y refrescarme. Sin embargo, no he podido quitarme esa sensación de angustia y calma chicha. Como un pájaro de mal agüero. Justo antes de llegar a casa me ha venido olor a goma de borrar Milán nata.

23:59

Muy preocupado, busco en Google la última información imprescindible del día: ¿Sudan las aves?

Parece ser que el primer mecanismo que utilizan para evaporar agua corporal es la respiración. Si el jadeo no funciona, entraría en funcionamiento la evaporación a través de la piel, el sudor. Así que sí.

Como dato curioso, los pulmones de las aves están conectados a unos “sacos aéreos”. Estos sacos, se llenan y vacían de aire con cada inspiración y espiración. Sus funciones son aumentar la ligereza del ave, ayudar en la respiración y evitar un aumento excesivo de la temperatura causado por el vuelo. El número de sacos puede variar de siete a catorce. La mayoría de las aves tienen nueve sacos aéreos: uno interclavicular, dos cervicales, dos en la zona anterior del tórax, dos en la posterior y dos abdominales.
















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