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SESENTA Y TRES

El Invitado de Hoy no está ni en Barcelona, ni en Madrid, ni en Berlín. El invitado de hoy nos escribe desde Santiago de Chile. Felipe Rojas Moretic nos relata su lunes 18 de mayo.

Texto abajo: Felipe

Texto arriba: Anna

Lunes 18 de mayo

Estoy muy cansada. Estoy más cansada que cuando fui a trabajar a un festival de música en alguna parte de Alemania, que trabajamos unas 10 horas cada día haciendo Spetzels o cómo se llame la pasta esa que comen aquí en Alemania, para que se los comieran los asistentes al festival. Y después de trabajar tantas horas, a dormir en la tienda de campaña y, al terminar el fin de semana, de vuelta a casa en autocar. Y al llegar no daba el cuerpo ni para una ducha o para cenar. Pues estoy más cansada que el lunes siguiente a aquel festival, que me levanté antes de lo que hubiera querido para desayunar con María, mi prima la gallega, que estaba en una de sus visitas a Berlín.

Y todo este cansancio se debe a que la semana pasada fue mi primera semana de trabajo y el fin de semana me fui a una boda, todo junto. Todo, después de haber pasado casi dos meses meditando sobre los colores de la pared de mi cocina y los insondables misterios de la vida.

Esta semana la vuelvo a tener libre para poder volver a darle al coco sobre qué es mejor, si quitarse el reloj para dormir, con riesgo al levantarse de olvidarlo en la mesita de noche, o dejárselo puesto y quitárselo para ducharse, con riesgo a dejárselo olvidado en algún rincón del lavabo. Creo que soy capaz de recordar las personas que actualmente llevan reloj: Clo, Sergio, mi padre, mi madre (ai, no trobo el meu rellotge), mi sobrina creo que a veces, y ahora mismo no recuerdo quién más, cosa que me alegra, porque ya tengo algo más en lo que pensar durante estos días de mi semana no laborable.

Y además, por suerte y por desgracia tengo que entregar un trabajo para la escuela el domingo. Y tengo otros dos trabajos pendientes que no entregué en su día. No sé qué pasará si este semestre no lo apruebo todo, qué misterios habrá, puede ser mi gran noche.

Creo que hay un botón automático en nuestra cabeza que no nos deja ser muy conscientes y nos protege, no nos permite pensar mucho, porque si lo hiciéramos nos volveríamos majaretas. He pensado en este botón automático cuando he ido al súper hoy al mediodía y he visto a todo el mundo con las máscaras puestas y vigilando no acercase demasiado a nadie. Y todo tan normal. De vuelta del súper he mirado el teléfono y me he enterado de que una escuela en Spandau ha tenido que cerrar porque ha habido una o dos personas infectadas. El botón automático se ha desconectado por unos minutos.

Hoy he trasplantado por fin la planta a la maceta grande que compré en mi cumpleaños. El cactus que me dieron en la boda lo he pasado a la maceta que ocupaba la planta del dinero, la que está ahora en la maceta del cumpleaños.

Parecía que hoy no iba a poder hacer nada y he hecho todo lo que tenía que hacer: terminar el diario del fin de semana, cambiar las plantas de maceta, deshacer la maleta y lavar ropa, ir al súper, hacer el trabajo para la escuela y escuchar la voz de Julia en un audio de whatsapp.


Lunes 18 de mayo, por Felipe Rojas Moretić:


RELATO DE CUARENTENA LUNES 18

Desperté con resaca y con una sed del demonio, ayer me quedé hasta tarde tomando vino y conversando con la roomie de mi pareja, descorchamos dos botellas de carmenere. Luego de sentir el horrible dolor de cabeza y de recordar que hoy debo teletrabajar miré la hora y me di cuenta de que aún puedo dormir diez minutos más, me di vuelta en la cama y lo miré a él, quien dormía tranquilamente sin aliento de alcohol y con la piel brillante, me dio sana envidia, lo abracé. Cuando sonó la alarma de mi móvil la apagué por inercia y no me quedo otra que asumir la horrible resaca. Me quedé un rato acostado mirando Instagram mientras él, mi chico, aún dormía cómodamente. La primera noticia que vi fue una muy triste; Chile es el primer país en Latinoamérica en entrar en sobregiro ecológico este 2020, nos fuimos a la mierda, pensé. La segunda, fue algo más aterradora; 46.059 casos confirmados por Covid 19, con un total de 478 fallecidos y un total de 20.165 personas recuperadas, nuevo record de casos positivos por día, nos fuimos a la re-mierda, pensé.

Desde la ventana veo la Cordillera de los Andes, estoy en un piso 24 y la vista es hermosa, todos los días observo el sol y miro el paisaje sin decir ni pensar nada. Esta mañana, a diferencias de otras, sentí angustia, más de dos meses de cuarentena y los contagios no bajan, al contrario, aumentan día a día. Los hospitales están ya colapsados y casi no hay personal de salud porque comienzan a dar positivo y son enviados a cuarentena. La angustia viene inconscientemente porque existe la sensación colectiva de que todo se saldrá de control, el gobierno de turno está en crisis y aparentemente no ha tomado las mejores medidas para frenar la propagación del virus…

En octubre del 2019 estalló la crisis social, el famoso “Chile despertó” esto corresponde a una serie de manifestaciones en todo el país, donde se exigió y se sigue exigiendo la renuncia del presidente, la mejora de salarios, mejoras en jubilaciones, salud y educación… en síntesis, terminar con el sistema neoliberal impuesto y respaldado en la constitución política de Chile tras el golpe militar de Augusto Pinochet… (Los invito a googlear: “Crisis en Chile” “Estallido social en Chile” “La crisis de los 30 pesos” “La marcha más grande de Chile”, allí encontrarán más información de lo ocurrido en este país lejano).

Volvió a sonar la alarma, olvidé desactivarla, siempre coloco varias porque es muy probable que desactive el timbre estando dormido y en consecuencia seguir durmiendo, si no despierto con una, será con la segunda o la tercera o incluso la quinta. Me voy a la ducha para despertar del todo y antes de comenzar a teletrabajar veo un poco de noticias por Internet. Hoy una localidad dentro de Santiago salió a las calles para protestar; resulta que esto de la pandemia ha dejado a muchas personas cesantes, las empresas pararon sus funciones debido a la cuarentena y el gobierno de turno, proclamó una ley que ampara al empresario para poder despedir a sus trabajadores sin goce de sueldo ni indemnización alguna, la misma ley también otorga al empresariado la facultad de optar por una reducción del sueldo hasta un 50% evitando así el despido de sus funcionarios. Esto provocó que la cesantía haya llegado a números históricos y la gente, especialmente de menos recursos, se ha visto en serios problemas ya que al no tener dinero mensual no pueden alimentar a sus familias.

El gobierno solo entregó un bono básico de $50.000 mil pesos, unos U$70 euros, dinero que no alcanza para absolutamente nada y que solamente es entregado a personas de bajos recursos. Para el resto se habilitó la opción de retirar anticipadamente el dinero del seguro de cesantía, que en Europa sería algo similar a una indemnización por estar en paro o sin trabajo, la diferencia es que aquí es un pago único que no alcanza para cubrir los gastos mínimos de una familia.

La policía ha lanzado gases lacrimógenos para reprimir la manifestación, sabiendo que el Covid19 ataca principalmente los pulmones.

Al comenzar a teletrabajar me doy cuenta de que la carga de trabajo es baja, lo cual es bueno porque la semana pasada trabaje como un verdadero esclavo moderno. A veces siento que odio el teletrabajo porque produzco más en casa que en la oficina misma, pero, dado el contexto global, prefiero mil veces estar encerrado frente al notebook. Paradójicamente me doy cuenta de que los casos en América Latina aumentan significativamente mientras que en Europa disminuyen lentamente. El mundo es un completo caos. Mientras trabajo coloco en la TV un capítulo de la serie Peaky Blinder con audio en español, sí, puedo hacer ambas cosas a la vez.

Hoy me tocó preparar el almuerzo e hice quinoa con verduras, estoy pasando cuarentena en casa de mi novio quien vive con una amiga, también convive con nosotros un perrito pequeño de raza Yorkshire con el cual juego algunas tardes tirándole una pelota pequeña dentro del departamento. Después de Teletrabajar me dedico a leer al menos un capitulo de la saga Millenium, una obra maestra, flipo con el personaje de Lisbeth Salander. Por cierto, ya he superado la resaca con la que desperté, nada que un buen vaso de agua no solucione…

Y ahora estoy aquí, en el escritorio escribiendo mi día para el blog de Anna, son las 20:00 horas y estoy pensando si primero llamo por teléfono a mi madre o si preparo una pizza para comer, entre pensar y pensar me comienza hablar por WhatsApp una de mis primas, está preocupada y me pregunta como estoy, si acaso no he salido, si me he cuidado, si he usado mascarillas y guantes, le contesto que no he salido y que no pienso hacerlo; me he convertido en un austero, eso en mí era impensable antes de la pandemia ya que era de los primeros en salir por unas copas. Mi prima está triste ya que hoy ha fallecido el papá de una de sus amigas por Coronavirus, la calmo y le digo que todo estará bien, tarde o temprano, todo estará bien…

Mi novio, que está viendo en la TV videos paranormales de YouTube mientras yo escribo y escribo me dice seriamente que tiene un hambre infernal y que irá él a preparar la pizza, apaga la TV… de pronto, con el silencio en la habitación escuchamos que afuera, desde las ventanas y balcones de diferentes casa y edificios la gente está tocando cacerolas como forma de protesta contra el gobierno de Sebastián Piñera, nos unimos a la lucha con tres ollas y tres cucharas, vemos a lo lejos una pequeña barricada, esto no lo para ni el Coronavirus ni Dios… Feliz lunes.

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