La Invitada de Hoy es Angie, la prima de mi madre que vive en Liverpool. Angie nos relata cómo se vive un encierro de los buenos, y cuando digo de los buenos, me refiero a cal y canto. Angela Weaver, un placer.
Texto abajo: Angie
Texto arriba: Anna
Martes 28 de abril
Me he levantado muy tarde. Eso me pone triste. Hoy teníamos clase, así que por la tarde tenía que estar frente al ordenador. Apuntarnos en una página web, ha sido una de las pocas cosas que nos han hecho hacer hoy. En el último bloque de clases teníamos la primera clase de música del semestre (y de lo que llevamos de escuela). Teníamos que responder un par de preguntas medio personales sobre música. No he prestado mucha atención al asunto, porque justamente he estado muy atareada con un programa del ordenador. Doy un concierto el viernes y tenía que prepararlo todo para que funcionase. Ha sido una locura, como siempre me sucede con la tecnología. Al fin le he pedido ayuda a Diego y me ha dado un par de consejos que han sido la solución a todos los problemas que tenía. No ha sido tan fácil como suena, he estado con eso hasta las diez de la noche. Entre medio he respondido a las preguntas que nos ha hecho el profesor de música. He estado a punto de decirle que había hecho deprisa el ejercicio justamente porque hago un concierto el viernes, pero después he pensado que mejor que no, no hay que decirle a un profesor que no le has prestado atención. Eso no hay que decírselo nunca a nadie.
Cuando estaba ocupada con lo del concierto, intentando instalar el programa para poder tocar en directo, me he ofuscado, necesitaba la ayuda de Marc, no conseguía encontrarlo por Whatsapp y como, al salir al balcón, he visto que hacía una noche muy agradable, he salido a dar una vuelta a la manzana. He caminado hasta casi Bornholmer Straße, caía una lluvia muy fina, tan fina que sólo se olía, apenas se notaba. He llamado a Beni durante el paseo, me ha dicho que está bloqueado y que no puede trabajar desde casa, que en este plan no se puede. Lo he intentado animar, diciéndole que creo que estamos todos así, que yo tampoco puedo estudiar, que la situación es tan extraña, que bla bla bla… mal de muchos, consuelo de tontos. Y por suerte, o por desgracia, no somos tontos. O quizás si.
La noche olía a verano y el aire era muy tibio. De alguna manera he disfrutado el paseo.
Cuando he llegado a casa no me he lavado las manos al instante, me he dado cuenta al cabo de unos pocos minutos. Me ha llamado la atención. Siempre me lavo las manos, con o sin corona virus.
He intentado otra vez localizar a Marc. Me he enfadado porque me daba la impresión de que pasaba de mi. Aunque estos enfados me los intento comer con patatas, los demás no tienen la culpa de que yo sea como soy. He pensado que Giorgio me podría ayudar; le he pedido que mirase en Twitch a ver si me veía. Ha costado un poco, pero lo he conseguido.
Después he cenado y he vuelto a hacer un prueba de sonido y vídeo, pero esta vez con Marc. A Marc no le ha importado tanto que la imagen no se viera tan bien. He pensado que quizá Giorgo en eso es más maniático porque se gana la vida grabando vídeos.
“No apagues el ordenador y quedate ahí delante hasta el viernes” me ha dicho Marc bromeando, porque me ha costado mucho hacer funcionar el programa y ahora estaba todo perfecto, y quien sabe si vuelve a funcionar el viernes.
Me he dicho a mi misma que cada día, hasta el viernes, haré un prueba de sonido y vídeo, para asegurarme de que el viernes todo va bien, por lo menos todo lo que esté en mis manos.
Me he despedido de Marc y, siguiendo su buen consejo, he anotado los detalles del programa con el que haré el vídeo en directo.
Como ahora ya estaba segura de que el viernes voy a tocar, he promocionado el concierto en las redes y he aprovechado también para colgar la entrada del diario, que todavía no lo había hecho. Hoy le tocaba a Raquel.
Al colgar en Instagram cartelitos del concierto del próximo viernes, he visto en la cuenta de Instagram de Evripidis un antiguo cartel de un concierto que di estas navidades pasadas en Barcelona, el concierto fue en enero, el 3 de enero. He visto una frase que escribí promocionando el concierto, puse “no te pierdas uno de los mejores momentos del 2020”, quise hacer un chiste exagerando, pues el 2020 acababa de empezar y todavía le quedaban muchos momentos buenos por ofrecer. No lo sabía cuando lo escribí, pero la frase resultó ser verdad. Me he reído con sorna al verlo.
Después he leído el relato que me ha mandado hoy Angie; le tocaba a ella la entrada del martes. Por su relato me he enterado de que tiene que estar muy encerrada, me he sorprendido.
Finalmente he intentado hacer el trabajo para la escuela sobre Maria Montessori que tengo que entregar de aquí a dos días y que todavía no he empezado. De música de fondo me he puesto la playlist que mandó Connie el otro día a los mails del grupo de lectura al que nunca asisto.
Martes 28 de abril, por Angela Weaver:
Diario
Esta mañana me he despertado muy temprano, especialmente para tiempos de cuarentena, bueno digo cuarentena pero yo llevo mucho más de cuarenta días aquí metida , llevo casi ochenta y lo que me queda. Digo llevo pero debería decir llevamos pues Ray está compartiendo todo esto conmigo. Aquí en Inglaterra hay tres tipos de cuarentena, cuarentena en la que puedes salir a pasear al perro, hacer ejercicio, comprar al súper o farmacia, cuarentena para personas de riesgo, o sea los mayores, dónde puedes salir como los otros pero al súper vas en específicos días y a especificas horas y los de alto riesgo, donde no se puede salir para nada. ¿Pues adivinar a qué grupo pertenezco yo? Pues si, por un medicamento, al de alto riesgo. Llevamos casi ochenta días sin tener contacto con el exterior. Por eso hoy es un día especial para nosotros y a lo mejor es por eso que me he despertado temprano. Hoy me traen la compra a casa, la compra del supermercado. Normalmente hago yoga y medito por las mañanas pero hoy no, hoy me preparo para recibir la compra del supermercado. Bueno ya llegó la compra, hay doce bolsas en la entrada, doce bolsas llenas de sorpresas porque hicimos el pedido hace quince días y no me acuerdo de nada de lo que pedimos. Al señor de la compra me parece que le di un susto o sorpresa, no sé, en estos tiempos de cuarentena no me visto para lucir, me visto para la comodidad absoluta, ademas después de casi ochenta días mi pelo está indomable, completamente salvaje y encima me he puesto mi mascarilla de viajar en avión y mis guantes amarillos Marigold de lavar los platos , el pobre señor no sabía si salir corriendo o echarse a reír en mi cara. No me importa, yo tengo mis doce bolsas de compra, estoy segura que pedí sardinas, voy a buscarlas . Bueno, la compra ya está en su sitio, muchas cosas las lavo y otras las dejo en una caja por tres días por si acaso. Además, si fuera a lavar todo, me llevaría demasiadas horas, las tengo pero tengo cosas más importantes que estar lavando latas. Mientras recogía y lavaba la compra, Ray me tocaba la guitarra para animarme, bueno, eso dice él. Para comer íbamos a comer un bocadillo, a mi me encantan los bocadillos, si alguien me preguntara ¿cuál es tu plato favorito? Yo siempre contestaría “un bocadillo”, pero al final comimos alubias con tomate sobre tostadas, es que el Ray a veces es muy muy inglés. Ahora me voy a poner a pintar vidrio, estoy pintando gatos, bueno gatos pero siempre es el mismo gato, este gato se ha convertido en la mascota de mi calle. Con lo del gato esto fue lo que pasó: En mi calle, bueno no mi calle pero un trozo de mi calle, once casas que son iguales y muy antiguas, tienen 125 años, se decidió hacer un grupo WhatsApp para ayudarnos unos a otros, si querías algo del súper o de la farmacia, pero muy pronto se convirtió en un lugar de charla, broma y entretenimiento. Ray cada viernes pone un concurso, en el primer concurso el ganador ganó una de mis pinturas y él eligió el gato, a todo el mundo les gustó mucho y ahora el gato es la mascota del grupo y cada día tengo que estar pintando el gato, todos quieren un gato. Ala ahí voy a pintar gatos. Acabamos de cenar, las sardinas con patatas fritas , unas patatas fritas finas que en vez de sal llevan Parmesano y perejil, están buenísimas con sardinas. Y es que el Ray es un cocinero magnífico, lo tiene que ser porque lleva muchos años practicando, porque la verdad, yo y la cocina no nos comprendemos. Como cada noche después de la cena subimos al ático a ver la tele, esto ya lo hacíamos antes de la cuarentena, estamos viendo una serie de esas de Amazon “los vikingos”, yo solo veo la mitad de los programas, pues me quedo dormida en el sofá, he aprendido a quedarme dormida con un ojo abierto para que Ray se piense que estoy despierta. Bueno, mañana volverá la normalidad, no me traerán la compra del supermercado y será un día más en casi mis ochenta días de cuarentena. Buenas noches, a ver si sueño que ando por la playa libre con la brisa del mar en mi pelo indomable.
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