En la entrada número once, la invitada de hoy, Elsa de Alfonso, nos explica qué hizo o, quizá mejor dicho, qué cocinó el día viernes 27 de marzo.
Texto arriba: Anna
Texto abajo: Elsa
Viernes 27 de marzo
15:00 (aprox)
Todas las cosas que haría y que no hago porque no tengo tiempo, ahora no las puedo hacer porque no tengo el humor. Y como no las hago, me siento mal y culpable por estar perdiendo el tiempo. Y así mi angustia crece, y esta misma angustia es la que no me deja aprovechar el tiempo.
Pero ¿qué tiempo tengo yo que aprovechar, si lo que ahora necesito no es tiempo sino espacio?
He hablado por whatsapp con Jordi (Colombi) y me ha dicho que en toda la semana ha salido una vez para ir al supermercado y que, por suerte, el trabajo (online) le tiene bastante ocupado. Nada más. Ah, si, que se aburre y que también está un poco angustiado, como todos.
Y ayer hablé con Jordi (Llobet). Me escribió él, para saber cómo estoy, y entonces me acordé de hace dos años, cuando me tuve que quedar en Barcelona un mes porque me pilló una pulmonía y, lo que por aquel entonces percibía como una mala temporada, en el recuerdo ha quedado como algo bonito. Y me acordé del día que fuimos al cine Marc, Jordi Llobet y yo, a ver Lucky.
17:16
Vivir en cuarentena es vivir un poco en la penumbra. No se puede comparar la luz de exterior con la de interior. La luz de Berlín es muy bonita. Ahora mismo el sol ya está bajo, empieza lentamente a ponerse. Luz de primavera recién estrenada. Con frío y los árboles pelados, aun por florecer.
19:18
Alguien me ha mandado un mensaje privado al blog del diario de cuarentena. Qué extraño.¿Quién será? Oh, sorpresa, es mi madre. Ha pasado de no conseguir abrir la página a mandarme un mensaje a la página que no puede abrir. ¿Cómo lo habrá hecho?
Me estoy quedando sin vida por culpa de este diario, me quita mucho tiempo. Y si no tengo tiempo para nada, ¿qué voy a contar en el diario?
Parece como si los sentimientos de todo el mundo estuvieran a flor de piel. Todo emociona. Mi hermana mayor colgaba el otro día un cartelito en su facebook digno de la dramaqueen que está hecha, pero también entendí que lo hiciera.
Están las emociones a flor de piel.
Los concursantes de gran hermano ya no podrán decir nunca más aquello de “es que no sabéis lo que es, en la casa se magnifica todo mucho”.
Pues si. Sí que lo sabemos, si.
Ya me he terminado una libreta (donde escribo el diario). Me pregunto si esto va a llegar tan lejos que voy a poder contarlo por periodos de libretitas acabadas.
Tengo que estudiar. Qué pocas ganas. Con todo lo que podría estar haciendo ahora.
21:49
Ya he terminado los deberes.
Ya he visto dos conciertos en el Cuarentena.
Ya he hecho todo lo que tenía que hacer.
Acabo de escuchar a un vecino que baja por las escaleras, ¿a dónde irá?
Ahora toca el gran acontecimiento del día: voy a cenar.
Viernes 27 de marzo, por Elsa de Alfonso:
Me pregunto a quién (o qué, con los tiempos que corren) debo dirigir este diario y me resulta de lo más difícil. Siento que mis actos son demasiado pequeños en relación a todo lo que está sucediendo y, además, aunque comparto muchos de los amigos y allegados de Anna, os siento muy lejanos, pensar en mi vida anterior me turba de irrealidad. Tal vez alguien más sabio que yo diría que todo este episodio ha modificado mi noción de la otredad. Pero como no soy muy letrada y vengo del mundo del pop lo resumiré diciendo que me hallo enajená.
Hoy he cocinado más de lo debido. El compañero de piso de mi novia (quien me está acogiendo amablemente durante la cuarentena – por ahora), me ha descubierto en numerosas ocasiones merodeando por la cocina, y cada una de las veces lo he vivido con más vergüenza, consciente de mi exceso: apuntando con miedo a una granola con un bote de sirope, consultando las recetas en el pasillo porque el Wifi no llega a la cocina, mientras se quemaba la cebolla, marcando con X las berenjenas cual Zorro, removiendo extrañada mi primera aventura ovina en los fogones, peleando con el congelador…
Aunque no todo es épica en las olimpiadas del confinamiento gourmet. En la cena me perdió el embelesador vaivén de sabores del fricassé con Avgolemono, dejando unos deliciosos Tzaziki y Muttabal totalmente vírgenes, eclipsados por el guiso griego de cordero, lechuga, cebolleta con una salsa de limón, huevo, eneldo y menta. ¡Paciencia, delicias del Egeo, serviréis para el desayuno de mañana!¡Perdóneme, maestro Evripidis, por no poder ofrecer nada más que esta vaga sopa de letras!
A falta de amigos y allegados, enormes son estos momentos de gozo compartido en nuestra pequeña sociedad del salón. Tengo que decir que la convivencia está resultando demasiado dulce para durar…
¿Será tal vez el regusto apocalíptico el responsable de tanto amor por el presente?¿O esa centenaria necesidad social, a la que todos apelan, de parar máquinas y llevar una vida más minimalista y en cierto sentido autosuficiente? Si me pongo en plan filósofa barata no acabamos así que voy a escribir mi punto final.
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